La teoría económica plantea que, en última instancia, las instituciones son las principales generadoras de crecimiento económico de un país en el largo plazo. Ante la falta de un marco legal plenamente establecido, o en un ambiente de continua inestabilidad política, una mejora sostenida en las condiciones económicas de un país, es simplemente impensable.
Cualquier ecuatoriano que haya vivido en la década de los noventa o en los primeros años de este siglo, recordara con tristeza una época nefasta marcada por una profunda inestabilidad política, donde la crisis económica era una constante. En un periodo de 10 años, desde 1997 a 2007, Ecuador tuvo un total de siete presidentes. Durante este periodo el país vivió también uno de los hechos más lamentables de su historia, el feriado bancario.
El 1 de enero de 2000, tras una progresiva crisis inflacionaria, generada por la excesiva emisión de papel moneda, cuyo objetivo era salvar a la banca privada de una eminente debacle, Jamil Mahuad, en ese entonces presidente constitucional del Ecuador, declara el congelamiento de todos los fondos que se hallaban en las cuentas bancarias de las instituciones financieras del país. Este funesto episodio se produce tras la rotunda promesa del primer mandatario en cadena nacional, de no declarar un feriado bancario.
La photo: Expresidente de la República de Ecuador, Rafael Correa (2007-2017)
Sin embargo, la etapa más crítica de este periodo se produce tras el fatídico episodio denominado como dolarización, mismo que consistió en la sustitución del sucre, moneda nacional entonces, por el dólar americano, a una tasa cambiaria de 25.000 sucres por cada dólar. Luego de producirse este abrupto cambio en la estructura monetaria del país, miles de ecuatorianos cayeron en un profundo estado de shock tras ver como el fruto de los esfuerzos de toda una vida se esfumaba, muchos a tal punto de cometer suicidio.
El país estaba quebrado y se podía evidenciar un sentimiento generalizado negativismo e incertidumbre. Miles de ecuatorianos se vieron forzados a dejar su país en busca de nuevas oportunidades, dando resultado al mayor flujo migratorio en la historia del Ecuador.
A este funesto periodo que concluyó con la presidencia interina de Gustavo Bejarano, le siguió el mandato constitucional de Lucio Gutiérrez, un ex-militar quien participo en el golpe de estado del entonces presidente Jamil Mahuad.
Lejos de ser el aliciente para la economía de los sectores marginales, como se prometió en campaña, el país vivió en esta época un incremento continuo del precio de los servicios básicos y productos de uso diario, mismos que se denominaron como “paquetazos.” Un descontento popular generalizado que continuamente se agudizaba por la falta de sindéresis, de un gobierno que se autoproclamaba campeón de izquierda, pero que al día siguiente firmaba un lastimero y entreguista Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, culmino con el derrocamiento del exmilitar, quien huyo despavoridamente de una multitud enrarecida, en nada más y nada menos que un helicóptero.
Diez años de república y siete presidentes en total, un hecho histórico sin precedentes. Ecuador era un país desmoralizado que demandaba un cambio radical e inmediato que le dotase de esa institucionalidad y orgullo patrio que les habían sido arrebatados en estos diez años de república. Fue en ese entonces, en la campaña electoral de 2006, que Rafael Correa, el exministro de economía de Alfredo Palacios, sucesor interino de Lucio Gutiérrez, emprendió una incansable cruzada para llegar a Carondelet, con la firme promesa de acabar con la corrupción y beligerancia que predominaba en el país, y desterrar de manera definitiva a la “partidocracia” y a su funesto legado de miseria.
Rafael Correa supo aprovechar el escenario desfavorable que vivía el país en ese entonces y convertirse en el símbolo de cambio, en ese catalizador de una patria nueva, en un país, donde sus habitantes carecían de un sentido de pertenencia, sentimiento inherente a un periodo de crisis.
Hoy se cumplen diez años de aquella exitosa campaña que culmino con el triunfo de un joven Rafael Correa en las urnas. Hoy se cumplen diez años del inicio un proyecto autodenominado “Revolución Ciudadana.” Que más allá de cualquier logro en lo económico o social, que, pese a los continuos escándalos de corrupción, propios de cualquier gobierno, que, pese a su controversial cercanía con el Chavismo, consiguió dotar al país de institucionalidad y estabilidad política que tan necesarias son para cualquier república, ese es quizás el mayor logro de la “Revolución Ciudadana.”
Photo: “Presidente Rafael Correa (2007-2017) viajo a Qatar y Suiza” (Octubre 20, 2014). Agencia de Noticias ANDES via www.flickr.com.
Sobre el autor: Diego Albuja nació en Quito, Ecuador. El fue otorgado una beca del Gobierno ecuatoriano para estudiar economía en la universidad de Toronto y ha estado en el Dean’s List dos años consecutivos. Su interés en las políticas fue cultivado desde la juventud.
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